La ausencia de eyaculación en el sexo tántrico
Durante el sexo tántrico entran en acción todos los sentidos del individuo.
La filosofía tántrica defiende que no hay superioridad de género durante el sexo, ni distinción entre aspectos tan subjetivos como la belleza, la pureza, el bien o el mal. De esta forma, toda esa energía que el individuo transmite durante el encuentro va destinada a alcanzar el éxtasis.
Un estado que no necesita la ayuda de elementos tan recurrentes como el orgasmo, la penetración o la eyaculación para alcanzar su punto álgido. El cuerpo en su totalidad adquiere el protagonismo, al igual que todos los gestos que contribuyen a aumentar la compenetración y el equilibrio dentro de la pareja. Como por ejemplo, los besos, las caricias, las palabras, las miradas… Para alcanzar ese auge físico y emocional, es imprescindible dejar de lado los prejuicios y las prisas, además de ser consciente de nuestras virtudes y defectos.
El hombre debe aprender a controlar la eyaculación, para así prolongar la conexión con la pareja.
En el sexo tántrico «la mente deja de funcionar, está completamente feliz. El tantra es encontrar paz, serenidad, iluminación, amor incondicional, silencio interior, relajación… El paraíso esta aquí y ahora». Un estado donde la respiración y la meditación son dos aspectos de suma importancia. En definitiva, se trata de una alternativa diferente que conduce al individuo hacia una sexualidad mucho más profunda y significativa.